viernes, 29 de agosto de 2008

Madera


Tocar la madera, deslizar las yemas de los dedos por su superficie, todavía sin barnizar, sentir sus pequeñas rugosidades, los nudos; contemplar las vetas, los cambios de color, el dibujo caprichoso, natural.
Trabajar con las manos, trabajar la madera, vuelta a los principios, a las cosas básicas, olvidarse un momento de lo artificial y volvernos al origen, sustento y causa.
Hacía tiempo que no trabajaba la madera, hacía tiempo que no trabajaba con las manos, hacía tiempo que no me volvía hacia mi origen.
Hacía tiempo que no miraba mis vetas, contemplaba mis nudos, acariciaba mis rugosidades, al fin y al cabo son tan mías como de la madera los nudos.

(Encima el mueble me salió lindo, ea)

4 comentarios:

  1. Precioso, sensual, fresco...

    Me lo robaré unos días.

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  2. Pues yo mejor no me miro ni las vetas ni los nudos, que me doy miedo. Y dejándo aparte las metáforas.. las rugosidades (que no son tantas) que me las acaricien con besos.

    P.D: Ha quedado estupenda, doy fé (si es que eres un "manitas" pá tóoooo, jajaja!!!)

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  3. Esperanza me alegro que te guste, todo tuyo.

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  4. Lo de los besos suena bien gusanito....

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