
El gusto amargo de las cosas perdidas que percibo por contraposición al gusto dulce de las cosas encontradas, de los amores que serán y de los otoños que empiezan marcando el comienzo de un nuevo curso, de una nueva oportunidad.
Lo que no se, percibo o deduzco, no existe. Conozco por contraposición a lo que ignoro, el calor lo es porque existe el frío, el blanco contrasta con el negro. Si todo fuera negro, no lo apreciaría como tal y no disfrutaría con el blanco.
Mi vida es una sinusoide, tengo que aceptar mis crestas y mis valles pues sin los unos, las otras no serían lo que son. Saber esto no me resuelve nada, pero si soy capaz de conocer la amplitud y el periodo de la curva de mi vida, este conocimiento influirá en los mismos.
Todo esto para decir que soy yo quien lleva el timón de mi vida y que aunque influyan vientos, corrientes y mareas, atracaré en los puertos donde mis decisiones, actos y omisiones me lleven.
Que hay días de tormenta, de calma chicha, noches lluviosas, jornadas de viento a favor y mar de popa, noches vino y rosas y días en que vas de culo, pero en todas sigo siendo yo, el timón de mi vida, aunque no me lo crea.
(Pongo rumbo al Pedro Ximenez, puerto amigo donde los haya…)