jueves, 5 de febrero de 2009

No me tomo tan en serio la vida... no es permanente

Tampoco me tomo tan en serio el orden, tampoco es permanente, ni el desorden lo es. Tengo una amiga que es muy ordenada, en su casa, en su mundo, no hay nada fuera de su sitio, no soporta los “enredos” en su propio y ordenado vocabulario.

Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio. No es manía, dice, es mas práctico, así se donde está todo y tardo menos en buscarlo. Nunca ha cuantificado si el tiempo empleado en mantener ese orden es superior al que yo empleo en buscar las cosas en mi desorden.

Pero no es ese el tema, tener la casa ordenada está bien, las camisetas alineadas, las perchas todas iguales, las camisas mirando al norte, los tangas con la raya en medio, el mueble de las pinturas más ordenado que el instrumental de un quirófano y el armario de su habitación como el expositor de Massimo Dutti.

Está bien, pero:

¿Y los sentimientos? ¿Cómo se organizan los sentimientos?

¿Cómo se alinean los pensamientos?

¿De donde cuelgan las sensaciones?

¿Dónde se guardan los estados de ánimo?

¿Cómo se conservan las emociones? ¿Cómo?


Solo y añejo, si encuentro la botella, claro……

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