MALIGNO

Soy lo peor, sin duda. Malo, malote, este sábado por la mañana, después de acudir un ratito al trabajo (mi jornada acaba el viernes al mediodía) para una de esas tareas que no te cuenta ni como horas extras ni nada, decidí aprovechar el tiempo “haciendo sábado”, lavar el coche, alguna colada, un poco de limpieza extra en casa y provisión de víveres.

Salía yo de la tienda Nespresso (What else?) en la que los dependientes (ni una chica, así no van a vender mucho) tenían cara de salientes de juerga, cargado con una enorme provisión de capsulitas y el correspondiente “Aeroccino” de regalo (maravilloso invento sin duda) cuando tuve un pico de perfidia y me dirigí, con paso firme y mi habitual desprecio por el peligro, al club del gourmet. (Que viene a ser como un desfile de Woman Secret, todo lo que ves te gusta pero este año no tienes extra macho)

Una vez allí recorrí el establecimiento para darle gusto al ojo (seguro que tenia la misma cara que mirando el porno, ejem...) y como soy un dechado de perversidad y depravación, cogí una botella de ginebra de esas raras que se ven ahora (la burbuja de las ginebras deja en mantillas a la del ladrillo, señor que cruz) y me fui para la caja hablando conmigo mismo: “Babilonio, que no tienes extra este año y esta botella cuesta como tres entradas de cine, ya estás otra vez viviendo por encima de tus posibilidades y luego pasa lo que pasa con el sistema financiero español…”

En esas estaba cuando una joven chica “Corrty”, con el cubreojeras claudicando frente a los estragos del viernes noche valenciano, me pregunta:

- ¿Eso es todo caballero?

Y yo, en un alarde de malignidad infinita, alargo la mano hasta una botella de rosado de navarra criado sobre lías que deposito con gesto solemne sobre la caja al tiempo que digo:

- No, ponme esta también y si quiebra otro banco, que quiebre.

 

 

Habrá que probar el rosado, siempre en la mejor compañía. Salud.