sábado, 16 de marzo de 2024

FELICIDAD (como tranquilidad)

 La felicidad y la  paz a largo plazo dependen de la calidad de las acciones diarias. (creo)

A ver, se tardan 9 semanas y media en formar una hábito. Esto, aparte de un “video clip” muy chulo, con una inolvidable Kim Basinger y una legendaria versión de Joe Coker de “You Can Leave Your Hat On “ (puedes dejarte puesto el sombrero o algo parecido), son unos 66 días, tiempo suficiente y necesario para ver el lado positivo de la vida y reconfigurarse el cerebro. (si es que se puede…)

Empecemos con lo sencillo. Cuando la vida se sienta como una montaña rusa emocional, lo suyo es comenzar con rituales simples. Hacer  la cama, fregar los platos, regar las plantas.

Lo que no es señal es ruido. No estoy hablando de sonido, aunque quien entienda de eso me entenderá. Sintetizando y resumiendo mucho no hay que escuchar la fuente con más volumen, mejor escuchar la fuente con más verdad.

Elegir de manera diferente, digan lo que digan uno está en el centro de su vida y negarlo no tiene sentido. El bienestar, no inmediato pero si a largo plazo, es un pilar de la felicidad, una gran parte de la vida es el resultado de las pequeñas decisiones que se toman a diario. Si no te gusta alguna parte de tu vida, es hora de empezar a ajustar las cosas y tomar mejores decisiones, al menos diferentes...

Empezar a ser un poco más productivo. Hay una gran diferencia entre estar ocupado y ser productivo. Si se va a trabajar hoy, no confundir movimiento y progreso. Un caballito balancín sigue moviéndose, pero nunca avanza. En otras palabras, no ser un caballito balancín. (Sé que no siempre se puede)

Comenzar a dedicar tiempo todos los días a un progreso significativo. No importa la forma. Si solo se tienen quince minutos libres, no hay problema,  que esos quince minutos sean significativos. A veces lo significativo es recargarse,  al principió del invierno invertí dos horas de mi tiempo libre en asimilar energía solar, cerveza tostada y empanadillas argentinas, dos de las horas más productivas de mi vida. (Solo me di cuenta yo y un camarero argentino de lo más fino…)

El barrio, como el buen café o la cerveza, necesita tiempo, voluntad y experiencia para ser apreciado.

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