Siempre hay una feroz
batalla entre dos fuerzas hambrientas dentro de uno mismo. Una es negativa: ira,
celos, resentimiento, etc. La otra es
positiva: amor, esperanza, compasión, etc. La fuerza que gana es la que más
alimentas.
¡Tal vez deberíamos de hacer nuestro mejor esfuerzo para dejar ir las pequeñas
molestias de la vida! Ser conscientes el resto del día. Hacer un esfuerzo por
notar al menos una pequeña frustración insignificante por la que normalmente nos
sentiríamos frustrados... y simplemente déjalo ir. Experimentar, de esta
pequeña manera, la libertad de tener el control de la forma en que nos sentimos.
Y darnos cuenta de que podemos extender este mismo nivel de control a cada
situación que encontramos en la vida.
En casi cualquier momento, la forma en
que nos sentimos es la forma en que elegimos sentirnos, y la forma en que
reaccionamos es la forma en que elegimos reaccionar. Se trata de los pensamientos
de los que nos alimentamos...
La conclusión es que la vida mejorará
cuando uno mejore. Comencemos a invertir en uno mismo mentalmente, de adentro
hacia afuera. Haga que sea una prioridad aprender y crecer un poco todos los
días construyendo rituales positivos que cambien la mentalidad y apegándose a
ellos. Cuanto más fuerte se crezca y se vuelva, mejor se sentirá en su vida a
largo plazo.
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