A medida que se envejece, se aprende a valorar el tiempo, las relaciones genuinas, el trabajo significativo y la tranquilidad, esto último mucho más. En el fondo ya lo sabemos, ¿verdad?
Sin embargo, hoy, la mayoría de nosotros, estamos distraídos por muchas otras cosas. Le damos tiempo a muchos desperdiciadores de tiempo sin sentido. Damos por sentadas las relaciones importantes. Trabajamos con escepticismo con resistencia interna y dejamos que el estrés cotidiano se lleve lo mejor de nosotros mismos.
¿Por qué?
Porque somos humanos, y los seres humanos somos criaturas imperfectas. Nos sentimos abrumados y atrapados en nuestras propias cabezas y dramatizamos lo insignificante, y luego nos sentamos rascándonos la cabeza desconcertados de cómo se siente la vida. Y a medida que continuamos pensando en estas cosas, tratamos de distraernos para adormecer la tensión que sentimos. Pero al hacerlo, también continuamos distrayéndonos de lo que más importa en la vida.
Nos distraemos por cualquier cosa (he sido tristemente famoso por esto, pero lo contaré otro día), hoy cuento unos pocos hábitos “distraedores” de los más habituales.
Tratar cada día como si fuera "solo otro día".
Una buena vida siempre empieza ahora, cuando se deja de esperar una mejor.
Esperar, esperando "encontrar" algo que te apasione.
Si se quiere más pasión en la vida en este momento, habrá que actuar en consecuencia ahora mismo. La pasión es poderosa, la pasión interior probablemente se convertirá en una fuente clave de los mayores logros y los mejores momentos.
Estar demasiado cerca y controlar cada paso del camino.
La aceptación es dejar ir y permitir que ciertas cosas sean como realmente son. No significa que no te importe mejorar la realidad de tu vida; solo es darte cuenta de que lo único sobre lo que realmente tienes control es sobre ti mismo y tus pensamientos sobre todo lo demás.
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