No tiene sentido alguno y no es fácil de aceptar pero sin duda sucede. Se puede uno sentir no querido, rozando el ser despreciado por alguna persona y ser la quinta esencia de lo deseable (querible) para otra. No importa como sea uno no se le puede gustar a todo el mundo, hay gente a la que no le gusta el queso o peor hay a quien no le gustan las croquetas. Vivimos en un mundo hiperconectado en el que todo intenta hacernos iguales a los demás parece que ser uno mismo (no necesariamente diferente del todo) es difícil y puede acarrear problemas No importa, ser uno mismo es lo más atractivo y la gente a la que le importas lo acabará notando (espero) y valorando (supongo).
Esto último es una faena porque también ellas son ellas mismas y hay que respetarlo; la gente puede tener la manía de ser como es y no como uno quiere que sean. (Vale, la gente es lo peor…o casi). Casi todas las personas tienen algo bello, mas allá de la apariencia física, claro que para verlo hay que saber mirar, dicen.
De esto ya escribí hace tiempo, me repito, me hago viejo, como el vino.
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